miércoles, 3 de septiembre de 2014

Desmontando el sacudón (Publicado en Tal Cual y RunRunes)

Al final no dijo nada sobre cómo reactivar la producción, reducir la inflación y combatir la escasez.  Ya antes había hecho otro acto, también en cadena, en el que el país se quedó esperando un sacudón que, como tantas veces, terminó siendo el anuncio de un anuncio por venir.  En esta segunda edición, Nicolás Maduro se vio forzado a pronunciarse como respuesta a una crisis inocultable que tiene al país entero contra las cuerdas.  Es la peor de la historia reciente, producto del fracaso de un modelo hecho para el control político y social, que hace súbditos de los ciudadanos, al servicio de la maquinaria estatal y de los poderosos.

¿Qué dijo el presidente? En primer lugar pidió una revolución económica “para garantizar la estabilidad del país”, la misma que acabó la revolución tras quince años de caos e incertidumbre por diseño.  Propuso poner el Estado en manos del pueblo, y ya la propaganda oficial nos ha hecho saber en vallas, radio y televisión, quién es el fulano “pueblo” al que se refiere.  Volvieron los enroques y dividió los cambios en cinco grandes revoluciones dentro de la revolución.  Va más de una hora de cadena y aún los venezolanos no saben cómo el gobierno va a devolver los productos a los anaqueles y aliviar el costo de la vida.

Veamos con detenimiento las cinco revoluciones.  La primera, la revolución económica, habla de cambios productivos para lograr la Venezuela potencia, de la necesidad de diversificar la economía y de promover las exportaciones.  Dicen una cosa y hacen otra.  Hoy, producto de la revolución, Venezuela no produce nada excepto petróleo, y de este cada vez menos; dependemos más que nunca de la industria petrolera, por culpa de un gobierno que ha desoído una y mil veces el reclamo de la diversificación.  No es la primera vez que hablan de hacerlo, porque suena bonito, correcto, pero es mentira.  La promoción de las exportaciones es un chiste. ¿Exportar qué? Además, recordamos bien que apenas la semana pasada el gobierno anunciaba la prohibición de exportar más de 20 rubros.

Ese era el plato fuerte.  Tal vez deba llevar signos de interrogación.  Analicemos las otras revoluciones.  La revolución del conocimiento dice centrarse en la ciencia, la tecnología y la cultura, precisamente las primeras sacrificadas en revolución.  Pregúntenle a los investigadores de nuestros institutos científicos y a los promotores culturales.  La tercera revolución es la de las misiones sociales, con el propósito de integrarlas.  Para nadie es un secreto que la mayoría está inoperante, el problema no es de integración.  La revolución política del Estado, la cuarta que propuso, repite aquello de acercar el poder al pueblo (recordemos quién monopoliza el término en las vallas de nuestras carreteras) y, finalmente, la revolución del socialismo territorial enciende una y mil alarmas, ya que busca profundizar el modelo comunal (comunista) que viola la Constitución y promover el ecosocialismo, chiste cruel que trae recuerdos del derrame petrolero en el Guarapiche y la instalación de concreteras en las áreas verdes de Caracas.

Desvarió sobre economía, vendiendo la tarjeta de racionamiento electrónica como un “premio al pueblo”.  Lo desprecia.  Dijo que el captahuellas de racionamiento tiene apoyo popular, cuando más de 83% lo rechaza, de acuerdo a un flash de Hercon.

Va más de hora y media y no hay rectificación ni cambio de rumbo.  Crea ahora los Consejos Presidenciales de Gobierno Popular.  Más burocracia, es un fetiche insoportable ya del militarismo rojo.  Apunta, dice, a la participación de las comunas y los movimientos sociales de mujeres, juventud, trabajadores, pueblos indígenas, campesinos y pescadores y sectores culturales.  Estos consejos tendrán, no faltaba más, “estructura de mando”.  El fetichismo de la burocracia en función, así lo dijo, de “tener patria definitivamente”.  Pensé que ya la teníamos.

¿Número de ministerios antes del sacudón? 32.  ¿Después? Al menos 25, más 6 nuevas vicepresidencias y una Autoridad Única de Trámites y Permisología, sin contar los viceministerios.  Enroques y fusiones dejan intacta la estructura amorfa, fofa y sobredimensionada del Estado.  Chávez vive, en PDVSA.  Ramírez viajará.

Habla Maduro de herencias del Estado burgués.  La verdad es que la herencia es de Chávez, que inició reclamando en 1999 que 14 ministerios eran demasiados y terminó rompiendo récords y llevándolos a 32, con 107 viceministerios.  Sigue Maduro, ahora llamando a la “sencillez, humildad y honestidad” de sus ministros.  Sin comentarios.

Fueron tres horas y tres minutos.  Los venezolanos nos quedamos esperando en vano.  Hoy seguirán las colas, mañana la escasez, pasado el desabastecimiento.  La angustia por conseguir útiles escolares para el inicio de clases y regalos para diciembre.  Por la leche, el aceite, la harina, el jabón.  Llegó Cuba, sin intención de irse, no mientras ellos gobiernen.  Nada sobre inflación, escasez, producción.  Nada sobre el BCV y su infame secreto sumarial que, lejos de cubrir la crisis, la confirma.  Siguen tapando el fracaso del modelo, la corrupción que enriqueció grotescamente a la camarilla roja y verde oliva mientras la canasta básica supera el ingreso familiar de los comunes. 

Insultan la inteligencia del venezolano, le dicen que el bodeguero que tiene 10 latas de leche es el culpable de que no se consiga, mientras patrocinan el negocio pesado de los peces gordos: contrabando, narcotráfico, empresas de maletín, contratos chimbos.  No dictó medidas económicas, se hace el ciego a la crisis, que inevitablemente va a empeorar.  No hay cambio, apuesta por radicalizar y profundizar el modelo fallido.  Al final, paga el pueblo las fechorías de una pandilla que no merece gobernar.  Pero no por hacerse el sordo desaparece la crisis, la tragedia de 30 millones, un descontento que hierve en cada cola bajo el sol y supura con cada “no hay” en la farmacia, con cada abuso y atropello, con cada nota de sucesos.  Paga el pueblo, pero lo va a cobrar.  Al final, el sacudón se lo daremos los venezolanos a tanta podredumbre.


@danielfermin

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