miércoles, 16 de abril de 2014

Lo normal en Venezuela (publicado en El Universal)

La normalidad suele estar asociada a lo apacible, a la cotidianidad tranquila y sin mayores sobresaltos.  No es el caso de Venezuela.  Los últimos tres lustros han traído una nueva normalidad, signada por el conflicto permanente y la pretensión de dominación de un proyecto que ve necesaria la aniquilación del contrario para lograr su propia supervivencia. En el plano institucional es evidente. Lo normal, en cualquier democracia republicana, es la separación de poderes. Lo normal en Venezuela es la subordinación de todos los poderes al Ejecutivo.  Tampoco hay equilibrio a lo interno de cada uno de ellos. La Fiscalía General, el Tribunal Supremo, la Contraloría General y el Consejo Nacional Electoral sirven incondicionalmente los designios del partido de gobierno, contrario a lo que establece la Constitución. También el sistema nacional de medios públicos está al servicio exclusivo del PSUV y hasta la Fuerza Armada Nacional, violando flagrantemente la Carta Magna, se declara chavista en cada oportunidad que se le presenta. Lo normal en Venezuela es la hegemonía.

Los primeros años del chavismo trajeron la consigna "Venezuela ahora es de todos". Fue un slogan vacío, cuando no una estafa colosal. El proyecto que está hoy en el poder, lejos de reconocer a todos los venezolanos, margina a la mitad del país y gobierna para sus incondicionales. Quizás la muestra más contundente sea la aparición de la lista Tascón, con la que el gobierno decidía quién accedía o no a beneficios, asistencia social y empleos de acuerdo a sus simpatías políticas. Más de una década después de aquella bochornosa violación a los derechos humanos, siguen ocurriendo las mismas prácticas.  Pasa con los Consejos Comunales, que si no son rojos no pueden registrarse o que, a los que por descuido del sistema pudieron hacerlo, no les bajan recursos por no estar con el proceso. Sucede con la administración de justicia. Hay juicios que llevan años y años esperando ser desengavetados por las togas rojas, que sin embargo son expeditas a la hora de dictar sentencia contra líderes electos de la oposición. También se evidencia en la asignación de recursos a alcaldías y gobernaciones. Lo normal en Venezuela es el apartheid político.

Es fuerte el choque entre el imaginario de los valores que tradicionalmente han caracterizado a Venezuela y lo que día a día vemos en las calles. Se instaló el odio, promovido por la retórica oficial. Creció la violencia, alimentada por el discurso de odio y reforzada por la impunidad. De la mano de un modelo económico importado de Cuba llegaron las colas, para todo, y se fueron los productos y el empleo de calidad, junto a la libertad de elegir. Lo normal en Venezuela es la angustia: de que no te maten, de que no haya, de que no alcance si hay.

La normalidad de hoy no puede ser para nosotros un fatalismo. Esa realidad nos impulsa a luchar por el cambio. Ante un régimen que ha sumido a la población en el miedo, en la desconfianza, en el desconocimiento del otro, en la violencia, en el "no hay", en la cola, en la humillación, en el atropello y en la discriminación, tenemos la responsabilidad histórica de lograr un país distinto e infinitamente mejor, de no descansar hasta que lo normal en Venezuela sean las buenas noticias, el avance social, la paz, la armonía, el progreso, la justicia y la inclusión.  Con el esfuerzo de todos, ese país que soñamos está a la vuelta de la esquina.

@danielfermin

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