miércoles, 23 de abril de 2014

El valor de ser distintos (Publicado en El Universal)

Las identidades políticas han cambiado radicalmente en los últimos quince años.  La polarización exacerbada ha causado que gobierno y oposición, más que casillas circunstanciales, se conviertan en etiquetas de autodefinición política.  Esta categorización de las simpatías resulta incompleta y artificial, la realidad es mucho más compleja.  No todos los inconformes con el gobierno son de oposición, y no todos los que se oponen al gobierno lo hacen por las mismas razones.

Vale recordar, sí, algunos puntos centrales que compartimos los que adversamos al poder. Nos oponemos a un gobierno que promueve la división, el odio y la discriminación.  Hacemos oposición a un régimen de muerte que ha enterrado a más de 200 mil víctimas de la violencia en medio de total impunidad y apología del delito.  Nos oponemos a un modelo económico fracasado que quebró el aparato productivo nacional y acabó con la economía del país.  Somos oposición a un régimen antidemocrático, militarista y violador de los derechos humanos. 

Extraña, entonces, cierto empeño de algunos actores de oposición en reproducir las prácticas del gobierno.  Ojo por ojo, fuego con fuego.  Esa es la lógica de quienes, frustrados con sobradas razones por la situación grave del país, buscan cómo reaccionar.  Al discurso de odio responden con más odio.  Del liderazgo espera comportamientos que rayan en la imitación roja.  A los excesos de las fuerzas represivas responden, no pocas veces, pisando el peine de la violencia.  La puesta en práctica de los valores democráticos la dejan “para después”, para “cuando pase esto” porque, desde su perspectiva, con esta gente no se pueden aplicar.

Quienes nos oponemos a los desmanes del gobierno debemos encarnar auténticamente el cambio.  No se trata de sustituir un proyecto excluyente por otro.  No es cambiar de manos el garrote ni los instrumentos de dominación.  Mucho menos es bregar por la instauración de un “chavismo azul”. Se trata de ser verdaderamente distintos al proyecto que criticamos.  Distintos al odio, a la destrucción, al atropello, a la división.  El momento de demostrar nuestros valores es ahora.  Los tan citados ejemplos de Mandela y Gandhi no pueden quedar para las efemérides.  De ellos, como de tantos otros, debemos aprender el valor de ser distintos en circunstancias de extrema injusticia, desespero y calamidad. 

Pasar de oposición a alternativa implica convertirnos en el estandarte de la Venezuela que queremos.  Es asumir la democracia como práctica, sin asteriscos ni excepciones.  Lejos de imitar al chavismo, nuestra lucha debe diferenciarse del desastre que nos ha dejado este modelo fallido.  Atrevámonos a promover y defender esa Venezuela distinta que soñamos, una en la que cabemos todos, sin distinciones ni chantajes, donde reine una justicia que pase por el combate a la impunidad y la lucha contra la pobreza.  Valoremos en nuestro liderazgo, no cuánto pueda gritar para ponerse al nivel del contrario, sino su ponderación para enfocarse en brindar soluciones a los problemas reales del pueblo.  Promovamos, sin complejos, un modelo económico en el que la participación de los particulares sea protagónica, con plena confianza y respeto a la propiedad privada, que impulse de manera definitiva la producción nacional y la diversificación de la economía.  Rechacemos la violencia.  Basta de jugar en el tablero rojo, hallemos el valor de ser distintos para lograr una Venezuela de solidaridad, esperanza, progreso, paz y reconciliación.

@danielfermin


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