La cifra surge de la Encuesta Nacional de Juventud 2013, elaborada en el marco del Proyecto Juventud de la Universidad Católica Andrés Bello, con la participación del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de esa casa de estudios. Los primeros resultados dibujan un panorama parco, en el que 900 mil adolescentes, entre quince y diecinueve años, están descolarizados y apenas 42% de 7,6 millones de venezolanos entre 15 y 29 años asiste regularmente a un centro de enseñanza. Entre otros hallazgos, aparecen 1,3 millones de jóvenes entre 20 y 29 años que no culminaron el bachillerato y 50% de jóvenes de 17 años que abandonan el liceo. La juventud no tiene en la revolución un aliado, sino el principal obstáculo para su desarrollo integral y progreso.
El estado de la juventud es crucial dado que atravesamos lo que se conoce como el bono demográfico. Sin entrar en consideraciones más técnicas, el bono demográfico se refiere al fenómeno en el que más de la mitad de la población está en edad de trabajar o comienza a ingresar en la población económicamente activa. También implica la disminución del peso de los dependientes menores de quince años, cuando los mayores de sesenta aún no constituyen un segmento considerable de la población. Es menor número de dependencia y mayor número de mano de obra y sucede hoy, cuando más de 65% de la población está en edad de trabajar.
El bono es una oportunidad única para desarrollar el país, pero sólo si se aprovecha. Nuestra Venezuela no será joven para siempre, y de cómo atravesemos el bono demográfico dependerá si en treinta años Venezuela es un país próspero o una sociedad vieja y pobre. Para ello es fundamental la creación de empleos de calidad, promovida principalmente por el Estado. Igualmente, el gobierno debe procurar sostener un alto crecimiento económico y prever políticas que estimulen el ahorro y la inversión, así como la planificación de las pensiones y la seguridad social. Asimismo, debe el gobierno aumentar el gasto público en las áreas realmente prioritarias, como la educación, en vez de incrementar cada vez más el gasto militar.
Esta revolución condenó a los jóvenes a la violencia, al desempleo y al empleo precario y a ser una generación de arrimados. No hay futuro con este modelo, hay que cambiarlo y pronto, para poder aprovechar la oportunidad del bono demográfico, generando las condiciones que nos permitan disminuir la espantosa estadística de casi dos millones de muchachos venezolanos que no hacen nada, de esos otros ni-ni, para sacar el país adelante.
@danielfermin
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