La educación ocupa por estos días un lugar central en el debate
público. La polémica sobre la resolución
058, la Ley Orgánica de Educación y la Consulta Nacional por la Calidad
Educativa ha catapultado el tema educativo a las primeras planas de los
periódicos, en medio de muchísima confusión.
Que se esté hablando tanto de educación es una buena noticia para un
tema que, pese a su importancia para el desarrollo del país y afectar
directamente a todos los venezolanos, suele estar enterrado debajo de otros más
“noticiosos”.
Esta conversación nos permite exponer el estado actual de la
educación en Venezuela. Lo primero que
hay que destacar es que enfrenta una crisis gravísima. Nuestra escuela es pobre y de mala calidad,
posee un currículo atiborrado por un criterio enciclopédico que resulta poco
útil y entorpece el aprendizaje integral.
Su infraestructura es insuficiente y está en mal estado. Sus docentes son escasos, mal pagados y
subvalorados. Es un sistema que expulsa
prematuramente a los jóvenes de las aulas ante una oferta poco atractiva y
escasa, el bajo retorno de la educación y los altísimos costos de oportunidad. El resultado es dramático: hoy la educación
incide menos en el éxito de la vida adulta que las condiciones de origen.
El sistema educativo está raspado en sus tareas básicas: no es un
vehículo para el aprendizaje integral, no prepara adecuadamente a los jóvenes
para la vida productiva ni ciudadana y tampoco para la prosecución de estudios
superiores. No cumple con la
Constitución en su Artículo 103 en cuanto a garantizar calidad e igualdad de
condiciones y oportunidades, tampoco con el Artículo 104 en cuanto a la
estabilidad y actualización de los docentes.
Contraviene el Artículo 103 y la LOE en su Artículo 14 en cuanto a que
la educación se fundamenta en el respeto a todas las corrientes del
pensamiento. Las que sí cumple el
sistema educativo son las funciones de reproducción social, que perpetúan las
desigualdades de origen, y sus funciones distributivas como institución de
selección social, que estratifican la calidad y hacen que los pobres reciban
una educación que es, también, pobre.
Estos son retos que debemos enfrentar para transformar la
educación en una verdadera herramienta para el desarrollo. Esto implica descentralizar el sistema y
acometer una reforma curricular que adecúe los contenidos a las necesidades de
la vida adulta y del mundo laboral. También
emprender un ambicioso plan de infraestructura escolar que atienda el déficit
de oferta. Pasa, de igual modo, por ocuparse
de la calidad de la educación, de la formación docente y de su adecuada
remuneración. Otro reto vital es el bono
demográfico. Atravesarlo con una fuerza
laboral mal preparada y con un sistema educativo que sigue expulsando a los
jóvenes prematuramente o sin conocimiento útil sería una oportunidad
perdida.
El tema educativo no puede volver a guardarse. Es importante nuestra participación en la
Consulta Nacional para dejarle claro al gobierno nuestras posturas y aportes,
reclamos y exigencias. Entre esas una
fundamental: el rechazo a cualquier intento de adoctrinamiento y partidización de
las escuelas a través del llamado plan de la patria y la manipulación
ideológica que traen los libros de ciencias sociales de la colección
Bicentenario. La discusión no se agota
aquí. Impulsemos la organización activa
de todos en la lucha por una educación libre y de calidad que haga grande a
Venezuela. ¡Hagamos sentir nuestra voz!
No hay comentarios:
Publicar un comentario