Venezuela va por mal camino. El sistema impuesto por el militarismo tutelado desde Cuba ha sumido al país en una crisis catastrófica. El régimen ejerce una doble asfixia: Su filiación castro-comunista y vocación totalitaria secuestra nuestras libertades y adelanta un proyecto de dominación absoluta de la vida social, mientras su modelo económico fracasado somete a nuestro pueblo a la miseria. Estamos en presencia de la destrucción nacional de la mano del mal gobierno y la insostenibilidad de una manera de ejercer el poder basada en el miedo, el chantaje, la corrupción y el realazo limpio.
Muchos sienten hoy el peso insoportable de la desesperanza. No es para menos. Los estantes vacíos, las peleas a puños por un pote de leche, las colas bajo el sol para comprar comida, la falta de medicamentos, de gas para cocinar; el desbocamiento de la inflación y el costo de la vida; la prisión de Marco, Christian, Iván, Leopoldo, Hernando, Sandra y tantos otros cuyo único delito es pensar distinto y atreverse a enfrentar a los poderosos; la persecución contra estudiantes, líderes políticos, sindicales y gremiales; el desborde de la violencia. Venezuela está muy mal porque está en muy malas manos.
No podemos abandonar a los venezolanos al abismo de esa desesperanza, de la resignación, el conformismo y la triste rabia de la impotencia. Necesitamos un cambio radical de gobierno, de sistema, de modelo, y somos nosotros los llamados a promoverlo y construirlo, con la gente, de abajo hacia arriba. Por la magnitud de esta lucha necesitamos, más que nunca, estar unidos. ¡Claro que tenemos diferencias! Algunos plantearon "la salida", otros la construcción de un gran movimiento social por el cambio. Unos insisten en la Constituyente, otros en la renuncia de Maduro y otros más en la renovación pendiente de los poderes públicos y el desarrollo de una agenda de presión social. Todos los esfuerzos que sumen a la causa del cambio que necesita Venezuela son válidos y bienvenidos. Ese cambio es nuestro norte compartido.
Más allá de las diferencias puntuales, nos unen los problemas y un amor inmenso por Venezuela. Nos une la creencia en un país productivo en el que el trabajo de los venezolanos sea el motor del progreso. Nos cohesiona el republicanismo, la defensa de la democracia, de los derechos y las libertades. Es nuestra causa común combatir la pobreza, la desigualdad y la exclusión que hoy se agudizan por culpa de una administración irresponsable e indolente que tiene sus prioridades en otras latitudes. Nos conecta la búsqueda de la paz social y la justicia como alternativas al desate de la violencia y la impunidad.
Le debemos al país sanar las heridas y detener cualquier intento fratricida. Urge reconstruir la Unidad para enfrentarnos a un adversario que no es una persona sino todo un sistema perverso diseñado para el control y la exterminación del contrario. Atomizados no podremos, unidos venceremos. Hoy más de 70% de los venezolanos están inconformes con la situación del país y responsabilizan al gobierno de los problemas. Convertir ese descontento en una fuerza de cambio es nuestra tarea. Para hacerlo, debemos convocar a todos y afianzar una Unidad fuerte, amplia y diversa, fortaleciendo los esfuerzos y logros obtenidos y potenciando una alianza mayor y mejor que vaya más allá de las fronteras tradicionales de la oposición. Seamos la gran fuerza del cambio y gritemos con brío ¡Muera la opresión! Compatriotas fieles, la fuerza es la unión.
@danielfermin
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