El discurso del oficialismo removió el resentimiento e incitó al conflicto. Promovieron una lucha de clases entre hermanos, diciendo que el que no tiene es porque otro se lo quitó. Le dijeron al que tiene que el que no tiene es su enemigo y que viene a quitarle lo que trabajó. Destruyeron el pacto social mientras profundizaban un modelo político y económico que acabó con el proceso de movilidad social. Un resultado de esta indigna faena fue la polarización exacerbada de nuestra sociedad, esa que da lugar a que lo político se cuele en cualquier conversación, desde la Fórmula 1 hasta la música clásica, pasando por el teatro, el cine e incluso las dinámicas familiares.
Hablar del legado de la revolución nos trae a esto, a la violencia, a la división, a la desintegración de lo nacional frente a lo faccionario. Es la negación de la República y de la venezolanidad. A nosotros nos quedan dos opciones: participar en el funeral de lo compartido, o animarnos a rescatar lo que nos une frente a lo que nos separa. Quienes optamos por salvar a la República de las garras de la barbarie, el autoritarismo y un culto a la personalidad capaz de llevarse por delante a toda una patria con tal de consolidar su sed de poder y privilegios debemos apostar por la unión de todos los venezolanos, más allá de las preferencias políticas. Eso pasa por combatir la polarización, que deshumaniza al otro, y apostar al encuentro.
No podemos estar desunidos ante la crisis que vive el país. La humillación de las colas, la rabia del "no hay", el acoso de la violencia y la desaparición de la calidad de vida son razones para acercarnos y, entre todos, promover un cambio de rumbo. Esto sí es posible, y se logra si creemos en Venezuela y en el talento de los venezolanos. A los que plantean una guerra de pueblo contra pueblo debemos responderles con la contundencia de un pueblo unido contra el mal gobierno, el odio y la división. Nuestro país tiene que cambiar y la única manera de construir esa Venezuela distinta es apostando a lo que compartimos: nuestra herencia, nuestro espíritu de cuerpo, nuestros valores y la esperanza que tenemos en el país que merecemos todos. Eso lo alcanzaremos a través del encuentro, un encuentro posible, un encuentro necesario.
@danielfermin
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