jueves, 29 de mayo de 2014

No hay gobierno (Publicado en El Universal)

El ministro de Estado para la Transformación de Caracas acudió recientemente a una asamblea en la Torre de David.  Habló de no satanizar la invasión y de construir la patria socialista con un diálogo que parta del reconocimiento.  Sabemos lo que ocurre en este inmenso rascacielos de ranchos: ocupado ilegalmente, ha sido escenario de episodios violentos y guarida de malandros y secuestradores.  Si de reconocimiento se trata, partamos del más obvio: en Venezuela no hay autoridad ni hay gobierno, lo que existe es una corte de funcionarios temerosos, demagogos y burocratizados, que le sacan el cuerpo a los problemas y corren la arruga en nombre del socialismo mientras se cae a pedazos el país.

En el tema de la violencia es claro.  23 planes de seguridad han fracasado, de la mano de más de una decena de ministros.  La última perla, Patria Segura, es una ficción incapaz de contener la epidemia que cobra más de cinco mil víctimas en lo que va de año.  La semana pasada asistimos nuevamente al cortejo fúnebre que ha impuesto el modelo rojo: un transportista en Tacagua Vieja, otro en Caricuao; un PoliCaracas en Los Magallanes; un liceísta en El Junquito.  Atracos en las colas de Mercal y Bicentenario.  Son ejemplos, de los cientos que ocurren cada semana y que han enviado a la morgue de Bello Monte a más de 340 cadáveres este mes mientras las autoridades juegan a los amiguitos con las bandas criminales.  El festín de la impunidad.

Sucede también con los servicios públicos y nuestros barrios se ahogan en basura sin que nadie se digne a dar respuesta.  Hidrocapital engaña con un plan de racionamiento que no cumple.  No hay gas doméstico y cuando se consigue hay que pagar 25 veces más.  Los apagones siguen siendo el día a día de muchos.
La escasez lanza a nuestro pueblo a hacer colas todos los días para conseguir alimentos, medicinas y lo poco que haya de los rubros que quedan.  Desde las dos de la madrugada salen madres y abuelas a esta faena, muchas veces para regresar frustradas y con las manos vacías, mientras la burocracia mira a otro lado.

Una corrupción asquerosa se ha desatado como nunca antes.  Se robaron 20 mil millones de dólares, que equivalen a 95% de las reservas internacionales.  El Gobierno lo admite, casi orgulloso, limitándose a decir "mala mía" como si se tratase de un mal pase en un juego de baloncesto.  Se chuparon los reales y ahora nuestra maltrecha industria petrolera baja la cabeza ante transnacionales mientras los burócratas buscan refugio en el aumento de la gasolina. Es una gestión criminal e inmoral que lanzó a 737 mil personas al barranco de la pobreza extrema en un año. Dos millones de hogares pobres son la muestra de lo grotesco que resulta el robo impune de 20 millardos de dólares.

La construcción de la patria socialista es el pretexto de la burocracia roja para conservar los privilegios del poder y saquear el país. Lo que hay es un sálvese quien pueda y una apariencia de gobernanza bajo la clásica fórmula comunista del agitprop: agitación y propaganda.  Por eso promueven el conflicto y no la paz.  Por eso forran de vallas las ciudades con los ojos de Chávez o la estampa de un Maduro disfrazado de pelotero que intenta convencer a los pobres de que él también sufre colas, que él también tiene miedo de salir a la calle, que él también es víctima del desastre que nos ha dejado la rapiña y el proyecto enfermizo que importaron de Cuba.  Que él también es víctima de sí mismo.  Eso es lo que hay, lo que no hay es Gobierno.

@danielfermin

sábado, 24 de mayo de 2014

Casa x Casa en El Guarataro | #NoMásViolencia

Esta mañana realizamos un casa por casa en el sector Los Eucaliptos de El Guarataro, en la parroquia San Juan de Caracas, con muy buena receptividad de un pueblo que se cansó de un modelo fracasado.  Tan solo ayer atracaron un Mercal a las 7 de la mañana... además no hay gas, ni agua, y la inseguridad está desbordada.  Nosotros seguimos barrio por barrio, caserío por caserío, llevando el mensaje de unión y cambio y construyendo el gran movimiento social para sacar adelante a Venezuela.

miércoles, 21 de mayo de 2014

La invasión de la muerte (Publicado en El Universal)

Su mamá salió a una pernocta en la cárcel de Tocorón a visitar a su pareja. Ella se quedó sola en la pensión invadida que les servía de hogar.  Cuando su mamá regresó no la vio por ningún lado. Al rato fue una amiguita que la encontró, semi enterrada en un matorral del patio. Tenía doce años y vivía en la parroquia San Juan, en el corazón de Caracas.

Esta dolorosa historia retrata nuestras tragedias nacionales: la prisión del padre, la invasión de la propiedad y el déficit de vivienda, la violencia que se ha hecho cotidiana y nos ha hecho insensibles a la muerte ante la ausencia de la ley y el dominio de la impunidad.

La situación va de mal en peor. Quince años de militarismo personalista tutelado desde Cuba rompieron el pacto social y acabaron con las instituciones con la intención de fomentar la división y el conflicto entre hermanos y servir, así, a un proyecto de dominación.  De esta manera, se perdió la universalidad de la ley y, más aun, de la norma. No hay reglas claras y lo que regula las relaciones son la fuerza y la violencia.

En lo que va de mes, tan sólo en Caracas han ingresado más de 250 cadáveres a la morgue, 47 de ellos este fin de semana. Se suman a las cinco mil víctimas de la violencia en apenas cuatro meses, entre los que se cuentan casi 50 policías.  El fracaso del modelo rojo ha dejado un rastro de sangre que cobra más de 200 mil caídos.

Hace algunos días, de regreso de una asamblea popular en Los Mecedores, pasé por El Silencio, a pocas cuadras del terrible crimen que sesgó la vida a otra niña caraqueña. Allí estaban, en cada esquina, soldados de verde oliva con armas largas al hombro. Nada hicieron para salvar la vida de esta muchacha, como no impiden tampoco centenares de homicidios que se cometen en nuestra ciudad.

Nos ha invadido la muerte, sin que el gobierno tenga la disposición de protegernos. Ni la militarización de la ciudad ni la apología del delito solucionarán el problema.  Sólo reglas claras que combatan la impunidad y la acción decidida de enfrentar a los violentos por parte de las autoridades nos sacarán de la inmensa fosa común en la que han convertido a nuestras calles. Solo la justicia, para todos por igual, podrá acabar con el dominio de la violencia en Venezuela.

@danielfermin

Daniel Fermín: Sólo la justicia puede acabar con el dominio de la impunidad y la violencia (RunRun.es)

Van más de 250 homicidios en Mayo en Caracas

Daniel Fermín, dirigente de Primero Justicia en Caracas, encabezó una protesta en Plaza Venezuela para denunciar el auge de la violencia y exigir soluciones al gobierno nacional.  “En apenas cuatro meses van casi 5000 homicidios en el país.  Tan sólo en Caracas van más de 250 asesinatos en mayo, 47 de ellos el fin de semana pasado.  Adicionalmente, han perdido la vida 50 funcionarios policiales”, declaró Fermín.
“La violencia se ha hecho cotidiana debido a la impunidad.  El Plan Patria Segura fracasó, como lo evidencia el repunte de la inseguridad en parroquias como La Vega, 23 de Enero, Sucre y Antímano.  El gobierno nacional le saca el cuerpo al problema y le falta el respeto a las víctimas cuando afirma que no hay violencia sino conspiración y cuando afirma que “el hampa quiere cambiar” en lugar de combatirla”.  El dirigente de Primero Justicia rechazó la respuesta del gobierno en la capital: “Se ven soldados en las vías principales, sin que eso haga mella en la inseguridad, mientras bandas armadas actúan impunemente apoyadas desde el poder bajo el falso rótulo de colectivos”.
“Exigimos que el gobierno emprenda profundas reformas en los tribunales, la Fiscalía, los cuerpos policiales y el servicio penitenciario, así como políticas de prevención en torno a la educación y el empleo”, denunció.  “Necesitamos reglas claras que recuperen la universalidad de la ley y las normas.  Sólo la justicia puede acabar con el dominio de la impunidad, el miedo y la violencia”.
Fermín señaló que Primero Justicia continuará protestando por los problemas sentidos de los caraqueños y organizando los Comandos de Unión y Cambio como parte del gran movimiento social por la paz y el progreso de todos los venezolanos.

RunRun.es: http://runrun.es/inbox/122110/daniel-fermin-solo-la-justicia-puede-acabar-con-el-dominio-de-la-impunidad-y-la-violencia.html






miércoles, 14 de mayo de 2014

Insostenible (Publicado en El Universal)

Ocho de cada diez venezolanos consideran que la situación del país es negativa, según los últimos estudios de opinión.  Esto se debe, en primer lugar, al fracaso de un modelo económico importado de Cuba que acabó con la producción nacional, multiplicó las importaciones, disparó la inflación y el costo de la vida e hizo de la escasez y el desabastecimiento algo cotidiano en pleno siglo XXI y con el barril de petróleo a casi cien dólares.  Se debe también a la violencia, que sigue corriendo suelta en medio de la más absoluta impunidad, cobrando casi cinco mil víctimas en lo que va de año. También inciden el colapso de la salud, el desempleo y la crisis de los servicios públicos. Hay un clima general de inestabilidad y los responsables están, según esos mismos sondeos, bien identificados: Nicolás Maduro y su gobierno.

Más allá de lo coyuntural, estamos ante la insostenibilidad de un sistema signado por la irresponsabilidad, el rentismo y el clientelismo. La irresponsabilidad, una constante en estos quince años, no se trata sólo de un tema administrativo, sino de la incapacidad de las autoridades para asumir sus funciones. El gobierno se convirtió en el campeón del "yo no fui" y del "nadie sabe, nadie supo". Cualquier persona desinformada del contexto tendría a bien creer, al leer declaraciones de los voceros gubernamentales, que se trata de un representante de la oposición. El gobierno debe dejar de sacarle el cuerpo a los problemas y dedicarse a resolverlos.  Por supuesto, contra ello conspira su total incapacidad.

El rentismo ha castrado las potencialidades económicas del país. El petróleo abrió las puertas a un sinfín de posibilidades económicas y sociales. Sin embargo, el problema está en que hoy dependemos, más que nunca, de la renta petrolera, mientras la industria se encuentra en su peor momento histórico. Es urgente diversificar la economía. Esto implica desarrollar la producción nacional y confiar en el emprendimiento venezolano.  La única manera de promover esto es cesar la persecución contra los particulares y considerarlos como aliados y no enemigos.  De más está decir que al gobierno actual esto no le interesa.

Del modelo rentista ha resultado la corrupción y el clientelismo político. El clientelismo es un cáncer que desangra el erario público y, como grotesca garrapata, engorda una administración ya fofa, lenta y amorfa.  Además de dar al traste con criterios como la excelencia, el mérito y la profesionalidad, el clientelismo distrae los esfuerzos del Estado, lejos de la gestión, que ya no es prioridad, hacia tareas proselitistas y el mantenimiento de liderazgos personales y estructuras partidistas.

La única manera de construir una Venezuela distinta es erradicando estas desviaciones y logrando un aparato eficiente, transparente y responsable, cuyo norte sea la solución de los problemas y las transformaciones sociales, el combate a la pobreza y la violencia y la promoción del bienestar y la movilidad social. Se trata, de nuevo, de diversificar la economía y poner los ingresos petroleros a buen uso, lo que incluye dejar de regalar nuestros recursos a otros países y detener la corrupción. Un país de abundancia, seguridad y progreso es posible, sólo si nos atrevemos a derribar estas alcabalas que, en perjuicio del pueblo, se han enquistado en el sistema hasta hacerlo insostenible. 

@danielfermin

miércoles, 7 de mayo de 2014

Epidemia de la violencia (Publicado en El Universal)

Cuatro mil seiscientos ochenta venezolanos perdieron la vida en los primeros cuatro meses del año.  La gravedad de este hecho contrasta, dolorosamente, con la normalidad con la que hemos asumido cada una de esas 4.680 muertes bajo el frío anonimato de las estadísticas.  Después de todo, estos cuatro números arrejuntados apenas vienen a engordar la lista de más de doscientos mil homicidios que, en quince años, manchan de sangre las manos de la revolución.

La violencia no extraña porque se hizo cotidiana y, peor aún, epidémica.  En promedio, treinta y nueve personas son asesinadas cada día en el país.  Allí entran jóvenes deportistas, estudiantes, trabajadores, amas de casa.  También turistas, artistas y, en lo que va de año, 44 funcionarios policiales, tan sólo en el área metropolitana de Caracas.  El homicidio del presidente del Concejo Municipal de Caracas dejó claro, asimismo, que nadie está a salvo. 

El problema nos afecta a todos, pero no a todos por igual.  Nuestros jóvenes, especialmente los que viven en los sectores populares, son las principales víctimas. La esperanza de vida se encuentra socialmente estratificada.  Como comentaba Luis Vicente León recientemente en El Universal, un joven de una barriada caraqueña tiene una esperanza de vida diez años menor que uno de una urbanización.  Todo esto ocurre bajo la estafa de un discurso oficial que dice promover la igualdad.  La evidencia sugiere que, de cerrarse esa brecha, estaría cerrándose hacia abajo.  La igualdad ante la muerte.

En Venezuela hoy reina el miedo, el dolor, el encierro y la desesperanza ante un gobierno que, lejos de combatir la violencia, promueve el odio y justifica el delito.  Las esperanzas de las víctimas y de todos los ciudadanos se desvanecen cuando el gobierno, abrazado a los delincuentes en cadena nacional, nos dice que "el hampa quiere cambiar" y que no hay malandros sino "bienandros", cuando nos explica que no hay crimen sino sensación de inseguridad sembrada por los medios y cuando plantean, con el cinismo del caso, que la epidemia de violencia no es sino conspiración del imperio.

La impunidad es total.  21 planes de seguridad han fracasado, se quedan en puro show.  Con ese fracaso viene la pérdida de ciudadanía y de los derechos, la desaparición de la institucionalidad.  No hay voluntad política para enfrentar el problema.  Es la ley del más fuerte, del guapetón de barrio, del azote de turno.  Es el sálvese quien pueda.

El carácter epidémico de la violencia hace patente la urgencia del cambio.  Ese cambio debe, necesariamente, pasar por que el gobierno reconozca el problema.  El pueblo, aterrado, lo reclama, como indican todos los estudios de opinión.  De ese reconocimiento deben partir acciones concretas en todos los frentes.  Implica transformaciones profundas de la Fiscalía, los tribunales, los cuerpos de seguridad y el sistema penitenciario, así como del sistema educativo y de las políticas económicas y de generación de empleo.  Se trata, también, de promover la convivencia, la tolerancia y la resolución pacífica de los conflictos.

Las 25 mil personas que cayeron el año pasado a manos del hampa y los casi 5 mil que van este año deben dolernos profundamente y motivarnos a buscar soluciones y un cambio radical de rumbo a una Venezuela que se acostumbró a la violencia.  Frente a la muerte, la vida.  Frente a la impunidad, la justicia.  Frente al miedo, la esperanza de construir un país distinto en el que cada vida es valiosa y cada vida es necesaria.